Entrada sin terminar...

Excelente libro, qué además de su formato de lujo, viene con 2 cd y 1 dvd del concierto despedida en Madrid los dias 1º y 2 de octubre del año 2010 (grabaciones del concierto en vivo)
Algo de...
Camilo Sesto

Por Daniel Llorens Vidal

La primera vez qué Camilo Blanes apareció en la pequeña pantalla de la España en blanco y negro de los convulsos años 60, su madre, la inolvidable doña Joaquina, no dejó de llorar.
Presentia qué aquella actuación significaba el inicio de una carrera qué, con toda seguridad, la alejaria fisicamente de su hijo. Pero ni siquiera la imaginación más fructífera podía vaticinar qué se estaban escribiendo las primeras líneas de la historia de uno de los mayores mitos qué ha dado la música española de todos los tiempos.

Un artista qué con sus 22 álbumnes originales (sin contar su mítica versión de Jesucristo Superstar) ha conseguido 18 números unos en la lista de Los 40 Principales, un record, qué sólo ha podido superar la mismísima Madonna; y ha logrado rebasar los 100 millones de discos vendidos, una espectacular cifra qué sólo han conseguido mitos de la talla de Billy Joel, Dolly Parton o Barry White, y por la que ha sido premiado, a lo largo y ancho del planeta, con infinidad de discos de oro y de platino.  

Estamos en 1965 y el joven cantante de Alcoy, acompañado por los Dayson, realizó una personal versión de Flamenco, el gran éxito del momento de Los Brincos, en Salto a la fama, el mítico programa de televisión qué, conducido por José Luis Uribarri y Jose Luis Barcelona, dio la primera oportunidad a numerosos artistas jóvenes de aquellos primeros años de la llamada década prodigiosa. Era, más qué una escuela de artistas, un verdadero trampolín para jóvenes talentos, a pesar de que en aquella época el número de televisores qué habia en España no era excesivamente importante: sólo un millón de familias contaba con un carisimo receptor en sus hogares. Aquella actuación en los escenarios de TVE en Prado del Rey sirvió para el joven cantante, a pesar de que no pudo interpretar ningún tema propio, descubriese que su mundo era, definitivamente, el de la música. Cuando se crecía sobre un escenario, bajo los focos de luz y ante un micrófono. A pesar de no ser más qué un adolescente de 19 años, tuvo muy claro desde el primer momento que las canciones llenaban su vida. Y lo hacían de una manera plena, como nada ante lo habia logrado hacer



Camilo Blanes Cortés nació en la pequeña localidad alicantina de Alcoy en 1946, el año en qué Evita se transformó en la primera dama de Argentina, se pudo ver el primer bikini e italia se convertía en una república. Un año en que los astros se aliaron para qé fuese eminentemente creativo y, sobre todo, musical, ya qé también nacieron artistas de la talla de Freddie Mercury, Cher, Liza Minnelli y Barry Gibb, entre otros muchos, o el cineasta Steven Spielberg.

Fué el último de los cuatro hijos del mtrimonio formado por Eliseo Blanes de Mora y Joaquina Cortés Garrigós, y le tocó vivir una infancia marcada por una grave enfermedad que a punto estuvo de costarle la vida cuando no tenía más de 3 años. Pero, pese a todo, tuvo el privilegio de disfrutar de una niñez felíz que, con la banda sonora de las canciones de Joselito y las coplas de Antonio Molina y Juanito Valderrama que sonaban en la sección de discos dedicados de las emisoras de radio, trancurrió repleta de amor, al igual que su adolescencia, en la casa familiar del barrio alcoyano de Santa Rosa, exáctamente en el número 50 de la calle Laureado Carbonell.
 
Tuvo una infancia felíz gracias al amor de sus padres y de sus hermanos Eliseo y José, pero de manera especial por la complicidad de su hermana Consuelo, 12 años mayor que el pequeño de la casa, y a quien siempre consideró como "una madre suplente" según sus propias palabras.
 
Camilo aprendió en el hogar familiar el valor de las cosas sencillas y "que la vida es hermosa y agradable cuando las personas se aman e intentan comprenderse", según declaró años más tarde recordando aquellos años.
 
Los Dayson, que se formó en 1962, estaba compuesto por un grupo de amigos unidos por un común amor a la música: Camilo era, con su "voz microfónica", el cantante del grupo; y junto a él estaba su gran amigo Remigio Barrachina, qué tocaba el bajo; José Luis Esteve se encargaba de la guitarra eléctrica, la guitarra rítmica era cosa de Emilio Llácer y Jesús Nácher estaba en la batería. Todos ellos, apenas unos adolescentes, daban forma al ilusionante proyecto.

Los Dayson fue un grupo eminentemente local que animaban bodas y bautizos en su Alcoy natal y, cuando había mucha suerte, tocaba en algún club o fiesta juvenil. Por eso, su breve experiencia televisiva, así como la grabación de varias canciones, propias y ajenas, e incluso algunas en valenciano, para la emisora local Radio Alcoy EAJ12, les animó a trasladarse a la capital de España: "Nos fuimos todos en una furgoneta, con todo el equipo instrumental.
Remigio y yo éramos los únicos capitalistas: él, con dos duros en el bolsillo, y yo con 500 pesetas. Lo tomábamos todo a broma.
Fueron los momentos más felices de mi vida", explicó Camilo a la revista Semana en el año 1973. En aquellas declaraciones, el artista también recordaba las recomendaciones de su madre antes de iniciar aquel viaje. "Hijo, cuídate. No pases hambre. Tú ya sabes que aquí, por suerte, siempre tendrás un plato que llevarte a la boca".


El grupo inició la aventura madrileña en una casa particular muy cerca de la plaza Castilla, en el barrio de la Ventilla, e inmediatamente sus cinco componentes descubrieron qué en Madrid eran unos auténticos desconocidos, qué el éxito de su actuación televisiva no había traspasado las fronteras de Alcoy, y que estaba todo por hacer. De hecho, había que empezar de cero y la banda se buscó la vida como pudo actuando en salas de barrio y fiestas domingueras con el triple objetivo de hacerse un nombre, adquirir experiencia y poder pagar, cada domingo, el menú del restaurante Criollo de la calle Barbieri: ", 10 pesetas por barba", evoca Camilo.
"Yo leía todo lo que caía en mis manos, con tanta pasión como escuchaba la radio", explicó Camilo al rememorar aquellos años de juventud. "Y en un periódico, que criticaba con furia a las nuevas generaciones, se decía que había en España a comienzo de los años 60 unos 20.000 conjuntos musicales, el 90% de los cuales eran conocidos únicamente por sus vecinos, como era nuestro caso. Así, pues, más de 100.000 chavales jóvenes empezábamos a abrirnos camino en la música". La meta parecía muy lejana, casi inalcanzable.

De hecho, y pese a grandes dosis de esfuerzo, trabajo e ilusión, la formación no logró hacerse un hueco en el competitivo panorama musical de la época. Camilo se desgañitaba cantando temas propios y éxitos prestados de Beatles, Raphael, Bee Gees, y Salvatore Adamo, pero ni llegaba el éxito, ni tan siquiera una mínima tranquilidad económica. Así que el grupo tuvo que diversificar sus fuentes de ingresos y Camilo, que años atrás se había matriculado en la Escuela de Bellas Artes del instituto de su pueblo, empezó a combinar música y pintura para poder salir adelante...

La habitación de la pensión que ocupaban los miembros de Los Dayson se convirtió en un pequeño e improvisado estudio. Y Camilo, al igual que ya lo había hecho en Alcoy para ayudar a la economía familiar, vende sus cuadros, principalmente bodegones y paisajes, en El Rastro madrileño, a galería de arte y a tiendas de muebles. "Para ganarnos los garbanzos tuve que echar mano de mis conocimientos de pintura y hasta enseñé a coger los pinceles a mi amigo Jesús.", declaró repasando aquella singular experiencia. El precio dependía de la técnica utilizada y del tamaño del lienzo.

Aquellas pinturas, puramente alimenticias y que para nada cubrían las expectativas artísticas de Camilo, las firmaba como Campillo, un seudónimo que compartían diversos artistas de un popular marchante madrileño.

Años más tarde, ya siendo muy famoso, llegó a ver colgado uno de sus cuadros de juventud en la casa de un coleccionista de arte de Nueva York, aunque nunca confesó la autoría de aquella obra. Eso sí, descubrió que aquella pintura no estaba tan mal como él creia recordar...

Los Dayson no alcanzaron ninguna de las metas marcadas: ni lograron grabar un disco ni tampoco consiguieron hacer realidad el sueño de actuar en las matinales del Price, el verdadero coliseo del pop patrio y cuna de los ídolos del momento. Por la pista del Price pasaron, domingo tras domingo, grupos como Estudiantes, Relámpagos o los divertidos Micky y los Tonys, sin olvidar a vocalistas como Juan Pardo, Miguel Ríos y Karina, cuando todavía se hacia llamar Maribel Llaudes.

La desilusión se apoderó de la banda y la mayoría decidió regresar a su pueblo natal. Remigio y por supuesto Camilo, son los únicos que se quedan en Madrid.


LOS BOTINES

Con cada uno de los Dayson por su lado, Camilo se integró, en el año 1966, en una nueva formación de Los Botines que lideraba Manolo Varela y para la que mezcló, antiguos miembros de la banda original con otros del desaparecido Cefe y Los Gigantes, un grupo en el que Camilo militó por un breve espacio de tiempo tras el paso por el mismo de Daniel Velázquez. Los Botines habían alcanzado un cierto paso en el mundillo musical madrileño, ya que, al igual que pasó años más tarde con Los Bravos, había sido creado por los cerebros grises de la histórica discográfica española Columbia para plantar cara a Los Brincos cuarteto que dominaba el mercado nacional y qué, además, había conseguido una más que notable repercusión a nivel internacional cantando en italiano, francés e inglés.

Con Los Botines, Camilo Blanes no sólo pudo curtirse en los más variopintos escenarios, sino que, además, grabaría su primer disco. Y el último del grupo. Se trató de un single que, editado por el sello Sonoplay, contenía las canciones Te voy a extrañar y Eres un vago. A Camilo le tocó el complejo papel de ocupar, en la segunda etapa del grupo, el puesto que en los primeros años de la banda fue de Manolo Pelayo, quién, tras adquirir alguna repercusión a nivel popular, decidió comenzar lo que se presentía como una importante carrera en solitario a nivel internacional, Hoy, sin embargo, Pelayo es recordado sólo por los muy melómanos y, casi de manera exclusiva, por haber antecedido a Sesto al frente de Los Botines y por su versión de Rufo, el pescador que defendió junto a una también novel Massiel en el Festival de Mallorca de 1966.
La aventura de Camilo con Los botines, interrumpida por el obligado servicio militar (que cumplió en un regimiento de infantería de Almería), fue intensa y muy didáctica, pero no excesivamente brillante. El disco no entro en las listas de éxitos. Pero, a pesar de que pasó con más pena que gloria, permitió que propios y extraños descubriesen que en Camilo había un artista de estatura. De hecho, los directivos de Sonoplay, entre los que se encontraba el afamado músico Adolfo Waitzman, quisieron lanzar a Camilo en solitario desde el primer momento. El cantante, en cambio, prefirió mantenerse fiel a sus compañeros de batalla.
Aquel disco y las numerosas actuaciones de Los Botines dejaron entrever que Camilo Blanes podía convertirse en una fulgurante estrella a poco que se promocionasen sus canciones. No en vano consiguió crearse en muy poco tiempo una legión de seguidoras que buscaba nuevos ídolos y nuevas formas de entender la música melódica. "Ca-mi-lo, Ca-mi-lo", gritaban las adolescentes de la época en los conciertos de Los Botines, que ya todos conocían como Camilo y Los Botines. Su popularidad era superior a la de sus canciones, e incluso a la del propio grupo.

“En Los Botines tuvimos, durante poco mas de un año, una actividad muy fuerte, aunque sin lograr en ningún momento un puesto privilegiado bajo el sol. Trabajábamos casi todos los fines de semana, incluso hasta dos veces en un mismo día, y aceptábamos cualquier tipo de oferta. Era un tobogán sin frenos, una droga en laque ninguno o muy pocos de nosotros se daba cuenta de lo que estaba viviendo, una gran borrachera continua entre cuyas brumas giraban actuaciones, insomnios, chicas, amigos repentinos, desapariciones súbitas, dinero escaso, cambios constantes de domicilio, aplausos, tristezas….” Declaró para resumir esta etapa.

Camilo era poco mas que un adolescente que admiraba a los Beatles, que tenia una sensibilidad especial para cantar y que, además de un sobrecogedor timbre de voz, era guapo. Un joven guapísimo y fotogénico que ya, por aquel entonces, era conocido por sus devaneos con algunas de las mujeres más importantes e interesantes del mundillo artístico.

Por eso no ha de sorprender que su cara de niño bueno y su natural simpatía le llevaran al cine. Trabajó para la pantalla grande mucho antes de obtener el triunfo como músico y cantante. Su primera incursión en el séptimo arte fue en 1968, con una breve colaboración, junto a Los Botines, en Hamelin, un vehiculo creado para el lucimiento de un Miguel Ríos que todavía no había encontrado en el himno a la alegría su gran espaldarazo popular.
A la hoy olvidada Hamelin, película dirigida por Luis María Delgado y en la que también participaban los veteranos Miguel Ligero y Matilde Muñoz Sampedro, le siguió, solo unos meses después, Los chicos del Preu, una cinta hoy catalogada de mítica y todo un referente a la hora de analizar el mundo juvenil de finales de los años 60 en una España que, pese a vivir el drama de una dictadura, se abría con vértigo a la modernidad que llegaba de fuera.
Aquella película de Pedro Lazaga, que también obtuvo un gran triunfo en Hispanoamérica, y de manera muy especial en México se alejaba por completo de los clichés folclóricos que imperaban en el cine español y se puede considerar como una de las primeras películas nacionales 100% ye-ye.
Una cinta que todavía figura entre los largometrajes mas visto por los españoles y en la que Camilo, que aun apareció acreditado como Camilo Blanes, se auto interpretaba prácticamente. Encarnaba a Lolo, el despistado hijo del singular matrimonio formado por José Luis López Vázquez y Margot Cottens que tenia la habilidad de hacer música con cualquier objeto, aunque no lograba nunca la nota suficiente seguir su formación en la universidad. Un personaje candido, bondadoso y honesto que contaba con las simpatías de todos, y de manera especial con la complicidad y el cariño de la Chacha de la familia, la popular y entrañable Rafaela Aparicio.
En aquella cinta, en la que se contaba como un dispar grupo de muchachos y muchachas de muy distinta condición social se preparan para abandonar la adolescencia con los exámenes de acceso a la universidad, Camilo tuvo el privilegio de compartir créditos con alguno de los actores jóvenes mas importante de la época, como es el caso de Emilio Gutiérrez Caba, María José Goyanes, Marta Bazán, y hasta la mismísima Karina, que interpretaba junto a los Pekenikes la canción principal de la película.
Un trabajo redondo que, extrañamente, no tuvo continuidad, sencillamente porque “todo lo que me ofrecieron después era una porquería”, ha declarado en diversas ocasiones. “Todos los guiones que me llegaron no eran dignos para lo que el publico, al que venero y le ofrezco lo mejor de mi, se merecía. Eran historias de contenido absurdo, barato o sexual. Era ridículo meterme en esos proyectos y estoy plenamente convencido de que, con el paso del tiempo, me hubiese arrepentido. Y no suelo arrepentirme de nada en la vida, porque he estudiado y analizado cada uno de mis pasos. Por eso preferí esperar”.

Eso si, a punto estuvo de convertirse en Maurice Chevalier en una película de La Bella Otero que tenia que haber protagonizado Rocío Jurado en 1971. Pero su siguiente trabajo actoral no llego hasta 1975 y fue sobre las tablas teatrales. El más difícil todavía. El triple salto mortal… y sin red. Camilo puso en marcha Jesucristo Superstar, una obra que merece un capitulo aparte no solo en la carrera de Sesto, sino en la historia de la música y del teatro de España. Y además el cine no le interesaba demasiado. El verdadero y único objetivo de Camilo era triunfar en la música. Por eso, y tras un intento frustrado de trabajar a las ordenes de Junior, el exitoso músico y marido de Rocío Durcal, inicio su carrera en solitario de la mano de Juan Pardo, que en 1970, además de dominar las listas de éxitos en su doble condición de interprete y compositor, había creado la productora Piraña
Sus grabaciones con Los Botines y sus incursiones en el mundo del cine sirvieron para que la industria discográfica nacional pusiera en marcha la maquinaria para que Camilo se lanzara en solitario al mundo de la música.
Y para empezar había que buscar un nombre artístico, sonoro y original.
Lo de Blanes estaba bien para un vocalista de un grupo pop, pero no sonaba exclusivamente bien para una futura estrella de masas. Y surgió Camilo Sexto, respetando su nombre de pila y adoptando un apellido tan monárquico como papal por muy diversas razones, pero especialmente, y según ha contado el propio artista, “porque el 6 es yb numero muy vinculado a mi vida y a mi carrera”. Por ejemplo, su nombre y sus dos apellidos tienen seis letras.
Pero también hay una anécdota que justifica la adopción de su nombre artístico, y que el músico siempre recuerda con cariño. “Fui una noche con Junior a un programa de Encarnita Sánchez, en Radio España, Junior y yo nos parecíamos y bastante, delgadísimos, altos… Estábamos cara al publico y alguien dijo que porque no me ponía como nombre Junior Segundo. Yo en broma respondí que mejor Camilo Sexto.
Como luego coincidía con los Camilos de mi familia, aquella broma quedo plasmada en mi primer disco”.

Como Camilo Sexto figuro en la carpeta de su primer single, editado por la marca Sonoplay, la misma que saco sus grabaciones con los Botines. Aquel disco pequeño contenía como tema estrella una canción firmada y producida por Juan Pardo titulada Llegara el verano. El problema es que el disco salio a la venta en octubre… En la cara B de aquel hoy buscadísimo y cotizadísimo disco pequeño estaba Sin dirección, un tema extranjero adaptado al español por Juan Pardo. Ahora, Camilo recuerda entre carcajadas algunas anécdotas surgidas con aquel single. “Al llegar a las radios para hacer promoción me decían que, o llegaba con retraso, o me había adelantado mucho, porque todo el mundo se preparaba para la Navidad y yo anunciaba el verano… Y cuando querían poner el otro tema, los locutores exclamaban que tenia razón, que estaban totalmente de acuerdo conmigo y que iba sin dirección”.
Con el inicio de su carrera en solitario, se resquebrajaba su relación con la vocalista italiana afincada en España Laura Casale, muy popular en la época... Laura fue el primer gran amor del cantante, por lo menos de manera publica, aunque la prensa también aireó, en aquellos años, sus flirteos con una jovencísima Cristina Garbó, la protagonista de cintas tan míticas como De rosa al amarillo y con la que coincidió en el rodaje de Los chicos de Preu.

Eso si, a pesar de la popularidad de Casale, que incluso gano la cuarta edición del Festival de la Canción Mediterránea, celebrada en Barcelona en 1968, con la canción Je t’aime, je t’aime, Camilo asegura que la italiana, a la que siempre ha calificado de “absorbente y volcánica”, no tuvo nunca repercusión en su trayectoria musical y que nunca se aprovecho de su fama, pero si reconoce una gran influencia a nivel personal y emocional: “Nos conocimos cuando yo tenia 19 años y fue mi pareja durante 6 hermosos e inolvidables años. ¡Que gran mujer! En la actualidad seguimos siendo amigos”, afirma
A Laura Casale le siguió una extensa lista de amores y amoríos que jalonaron la juventud de Camilo Sesto, a quien la prensa relaciono con algunas de las mujeres mas bellas e inteligentes del país, e incluso del extranjero, Así, durante muchos años, estuvo muy estrictamente vinculado a Roseta Arbex, secretaria de Juan Pardo, y tal vez su romance mas soñado y duradero. Pero también se le relaciono con las actrices Lucia Bosé, Maribel Martin y Lolita. En este terreno, Camilo siempre ha demostrado ser todo un caballero, y nunca se ha aprovechado de sus amores o amistades para ganar popularidad ocupando las portadas de las revistas del corazón. A lo largo de sus más de cuatro décadas de trabajo bajo los focos y ante las cámaras, jamás protagonizo un escándalo ni entro en el juego de la prensa sensacionalista. Siempre respondió con una sonrisa y hablo de “amistad y admiración mutua”. Un ejemplo para todos.

Eso si, al menos una vez reconoce que la prensa estaba en lo cierto cuando se le vinculó con la bellísima cantante boricua Nydia Caro, por aquellos años afincada en España y un verdadero ídolo en toda America tras vencer en el tercer festival de la OTI con la reivindicativa Hoy canto por cantar, Camilo ha contado públicamente que estuvo a punto de casarse con la puertorriqueña, “o mejor dicho, de proponer que nos casáramos. Solo una vez en mi vida tuve ese momento de locura pasajera, ya que, aunque parezca una estupidez, y al margen de contados momentos de obnubilación o borrachera, siempre he antepuesto la amistad con mis mujeres al amor por ellas a largo plazo. Quizá por ese motivo sigo llevándome tan bien con todas ellas”, ha explicado.
El Fracaso de Llegará el verano devuelve a Camilo al limbo musical, y pasa a ser, según sus propias palabras, una especia de “chico para todo” a las ordenes de Pardo, y dedica gran parte de su tiempo a hacer coros en los discos que el cantautor gallego produjo de Marisol, Andrés do Barro, Massiel y, entre otros muchos, Juan Erasmo Mochi: “Naturalmente no me pagaba un duro por ello. Yo era gente de Pardo y cuando había que echarle una mano, se la echaba. Tenia esperanza de que en algún momento me tocara ser a mí el solista. Por otra parte, iba familiarizándome con los estudios y los sistemas de grabación”, recuerda el artista, quien puntualiza que “para mi siempre fue divertido lo de hacer coros y lo sigue siendo”.


Y mientras llegaba la oportunidad de volver a demostrar sus habilidades como músico, artistas tan populares en la época como Cristina, la vocalista de Los Stop, Federico Cabo, con el que hizo el servicio militar, y Luis Gardey grabaron algunos de sus temas, algo que renovó las expectativas y las ilusiones de Camilo por triunfar en el mundo de la música.

CONTRATO CON ARIOLA

En 1970, la multinacional alemana Ariola desembarco en España y lo hizo absorbiendo el pequeño sello nacional Vergara, en cuyo catalogo se encontraban voces de corte clásico como José Guardiola, Nati Mistral o Antonio Machin. Y el primer artista español que fichó fue a Camilo, al que cambio su apellido por Sesto, que tiene una pronunciación mas suave, incluso, le da un mayor empaque, en su condición de cantautor melódico, de cara al publico. Camilo cuenta que sustituir la agresiva “x” `por la dulce “s” en su apellido fue para ajustarlo a la autentica pronunciación de su nombre en la calle y, sobre todo, pensando en el mercado hispanoamericano. “La gente, de cualquier manera, me llamaba Sesto”, dice “Suele pronunciar la x como s y dice tasi o ésito en ves de taxi o éxito. 

Ariola se instaló en el mismo edificio y en la misma planta que vivía Camilo, en la madrileña calle Doctor Fleming, y, según cuenta el artista, “teníamos una relación maravillosa en Ariola” y sus primeros directivos, “estaban continuamente en mi casa para pedirme un café o para ofrecérmelo, y muchos domingos tenia que cocinar una paella para todos los empleados. Yo mismo me encargaba de seleccionar en el archivo las fotos que me gustaban y las que no, Éramos una pequeña familia llena de entusiasmo y de ilusiones”.

En aquella pequeña oficina de la madrileña calle Dr. Fleming se fraguó el mito. Ya de la mano de Ariola, y como estrella indiscutible de una compañía sólida, Camilo Sesto debuta con Buenas Noches, una singular adaptación que Juan Pardo había hecho de la Canción de cuna, de Brahms, y que le permitía mostrar sus habilidades como artista. Por primera vez no se siento como una voz al servicio de la canción, sino como un interprete que puede demostrar todas sus cualidades: “No tenia que cantarla según la escuela de Pardo, sino según mi propio estilo”, De hecho, y según ha contado el propio artista, aquella canción ya fijo con fidelidad los pilares de su sello personal: “Cuando decía Buenas noches, mi amor en 1970 estaba comenzando la evolución hacia Amor de mujer, que es en 1984. El molde es prácticamente el mismo. Es mi estilo”.
En unas memorias publicadas en 1984, Camilo confesaba que con la edición de aquel disco, que se completaba con Esa paloma, “comenzaba a sentirme el rey del mundo”. Se escuchaba mucho por la radio, la ponían en televisión. La gente hablaba de él, en las revistas. “De repente todo el mundo empezaba a tomarme en serio”. De hecho, gracias a Buenas noches, Camilo vuelve a pisar los estudio de TVE, pero ahora debuta como solista. Participa en canción 71, una especie de programa-concurso que quería imitar el Canzonissima italiano, y que ganó el desaparecido artista panameño Basilio con Tierras Lejanas.

Y aquel single le siguió, solo unos meses después, un nuevo sencillo con dos canciones que gozaron de una gran repercusión popular: Lanza tu voz y A ti, Manuela. En los circuitos musicales corrió el rumor de que la cara B de aquel sencillo estaba dedicada a una joven de Alcoy que fue su primera novia, una circunstancia que despertó el interés de los fans y de la prensa. Pero la verdad es que Camilo compuso A ti, Manuela para una chiquilla de solo 7 años, hija de un matrimonio amigo, que estaba trágicamente condenada a muerte por leucemia.
“El viento que pasó 
se llevó con él tu vida 
tu nombre, Manuela 
mi amor... 

De mí se olvidó 
yo no comprendía 
por qué me dejó 
si yo te quería... 

Al viento le pido 
ven y llévame, 
sin ella no vivo 
ven y llévame.” 

Camilo ha recordado en diversas ocasiones como, acompañado únicamente con su guitarra, ofreció la que tal vez fue la actuación mas dolorosa de toda su carrera en una habitación de la madrileña Clínica de la Concepción y teniendo como únicos espectadores a aquella niña y a sus padres, rotos por el dolor y la desesperanza.
“A ti, Manuela parecía una sencilla canción de amor, una canción sentimental, pero era algo mas que eso: un intento de gritar que el amor es más fuerte que la muerte”, afirma.

Y el tercer disco de Camilo en Ariola, que no se hizo esperar, serviría para consolidar de manera definitiva su carrera y convertirlo, ya para siempre, en uno de los mayores representantes de la música española en el mundo. En todo un mito. De hecho, y según dice el propio artista, su discográfica se ha editado “desde Japón a Chile, y desde Holanda a California”. De hecho, las ventas de sus discos en todo el mundo suman mas de un centenar de millones de álbumes y figura como el artista español que mas beneficio a aportado a la compañía discográfica, hoy integrada en la multinacional japonesa Sony Music.
El éxito de Ay, ay Roseta supero las previsiones mas optimistas. Una canción brillantemente contagiosa dedicada a Roseta Arbex, que estaba acompañada, en la cara B del disco, por Mendigo de amor, una canción de Juan Pardo con la que el artista alcoyano accedió a los deseos de su productor y amigo de defenderla en el Festival de la canción del Atlántico, un certamen que gozaba de gran popularidad y prestigio en aquel lejano 1971.
        

En el Canción del Atlántico, Camilo consigue un dignísimo segundo puesto, pero el ganador del certamen fue Tony Ronald, quien se alzo con el primer premio con la canción Help (Ayúdame). Al cantante no le apetecía demasiado acudir al festival. De hecho, a lo largo de su carrera sólo compartió en este concurso y en la edición de 1973 del Festival de la Canción Iberoamericana, más conocido como la OTI, por un compromiso moral con TVE, que le había apoyado de manera decidida en los primeros años de su carrera, pero siempre se desentendió de una posible participación en Eurovisión a pesar de los rumores que surgían años tras años.

Tras haber colocado tres singles entre los discos más vendidos del país, el primer LP no se podía hacer esperar mucho. Y a principios de 1972 salió a la venta el primer disco grande del artista. Bajo el titulo genérico de Algo de mi, el LP reúne las 6 canciones de sus tres primeros singles, y otros 5 títulos inéditos en su discografía: Yo so y así, Hoy como ayer, y el tema que bautizo al LP, Algo de mi, a los que hay que añadir dos versiones de temas italianos que Sesto grabó a regañadientes para aprovechar dos playbacks de Juan Pardo: Todos los tiempos, que recreaba la clásica O sole mío, y Oh, Mari.

En ese mismo año se edita Sólo un hombre, su segundo LP, aunque muchos críticos y fans lo considera como su verdadero primer álbum, ya que entienden que Algo de mi se nutrió de singles anteriores, e incluso se incluyeron versiones de temas ya conocidos.
                    
Sólo un hombre es, por lo tanto, el primer disco grande concebido como tal en la discografía del alcoyano, y también es el primero en el que, a pesar de estar también producido por Juan Pardo, Camilo Sesto toma las riendas del trabajo para dar forma a una obra personal y arrolladora.  Una obra que contiene 11 canciones cuya composición dedicó más de medio año y que fueron grabadas, con todo tipo de lujos, en unos prestigiosos estudios londinenses durante cuatro intensos días.

La gran sorpresa de Sólo un hombre, y también el primer single del trabajo, fue una apasionada y apasionante balada llamada Amor…amar, un poético, críptico y hermoso texto de Lucia Bosé al que puso música el propio Camilo Sesto, quien contó, en una larga entrevista publicada en una revista especializada El Musical, que escogió el poema entre otros muchos que la actriz italiana le dejó leer: “La letra es francamente buena.  Hacia tiempo que había hecho un trozo de música que guardaba para desarrollarlo y esta fue la ocasión. La música que faltaba la hice en un coche, durante un viaje.  Cogí la guitarra y fue saliendo. No tenia la letra en el coche, pero al llegar al hotel me lleve la gran sorpresa de que la letra encajaba perfectamente en la música que había compuesto”, explicó. 

“Yo no tengo alas para decirte
mis heridas

Y en el cielo pasan nubes
el pájaro de nieve.

Amor, si tu dolor fuera mío
y el mío tuyo,
qué bonito sería...
amor... amar

No tengo ventana para asomar
mi soledad
y hasta los cristales del silencio
lloran silencio

Amor, si tu dolor fuera mío
y el mío tuyo,
qué bonito sería...
amor... amar”


Además de Amor… amar, el álbum estaba integrado por Fuego, El porqué, Fresa salvaje, piedra sobre piedra, como cada noche, To be a man, la única con letra de Juan Pardo, Una mujer, Con razón o sin razón y el tema que daba titulo genérico a la obra, Solo un hombre.

El éxito de Amor… amar como single, pero sobre todas las ventas del LP, ratifican a Camilo Sesto como el gran ídolo del país. Jóvenes y menos jóvenes se rindieron anta la fuerza y la sensibilidad de un veinteañero que, casi de la noche a la mañana, se había convertido en el hijo soñado de cualquier madre y, sobre todo, el novio deseado por cualquier muchacha de la época. A partir de aquel momento. A partir de aquel momento, ya nadie discutía el liderazgo de Sesto, que pasaría a formar parte de esa exquisita élite de artistas que no necesitan nuevas canciones para mantenerse en el primer plano.

El lanzamiento internacional de Sólo un hombre estuvo apoyado con la primera gira latinoamericana de Camilo Sesto, aprovechando que Algo de mi y Amor… amar se habían convertido en himnos románticos en países como Argentina, Chile o México, así como en las áreas latinas de los Estados Unidos.

“No se cuantas veces he cruzado el Atlántico. Hay muy pocas ciudades importantes del continente americano, excepto de Cnanada y Cuba, que no conozca, Guayaquil y Houston, Monterrey y Caracas, Miami y Valparaíso, Bogota y Chicago…
Prácticamente cada año realizo una o dos giras por América. A esos viajes casi regulares, durante los cuales apenas me quedo nunca más de una semanaen un solo lugar, hay que añadir otras actuaciones accidentales, es decir, fuera de las giras que duran dos o tres meses. Conciertos en Ginebra, en Tokyo, en Ámsterdam, en Francia… Y luego las presentaciones regulares por toda Espala, no sólo los circuitos veraniegos que suelen durar un par de meses y lo llevan a uno, de una día a otro, de La Coruña a Mallorca, de Gerona a Valdepeñas de Valencia a Huelva. Viajes a los que hay que añadir los que se realizan para grabar o para promoción”, contó a la prensa en 1984, haciendo balance de su ajetreada vida profesional.

En cualquier caso, el campo de acción de Camilo no se ha ceñido, como ha ocurrido con la mayoría de los grandes mitos de la música española, al mercado latino…. Camilo pasa por ser uno de los pocos artistas nacionales que cuenta con una amplia discografía fuera del mercado en lengua española: ha grabado algunos de sus más grandes éxitos en inglés, portugués, alemán e italiano. El mundo entero se ha rendido al talento de un hombre que con su trabajo no ha buscado más que “compartir emociones y sentimientos con la gente”, ha dicho.



                                                     FESTIVAL DE LA OTI

En 1973, Camilo es seleccionado por televisión Española para representar al país en la segunda edición del Festival de la OTI, la versión hispanoamericana del de Eurovisión.
Un invento de la televisión pública española que se emitía desde Chile hasta Estados Unidos, además de en España y Portugal, y que según los datos de la época tenían más de 300 millones de potenciales espectadores. Es decir, cualquier artista que participase de el evento tenia, aunque solo fuese por unos minutos, la posibilidad de acceder a la totalidad del vasto mercado musical hispanoamericano.
RTVE quería a los mejores y más prestigiosos artistas para “su” festiva y, por eso, para la primera edición, celebrada en Madrid de 1972, se consiguió que Marisol olvidara sus miedos a cantar en público e interpretara una balada triste de Manuel Alejandro llamada Niña. Y para la segunda convocatoria que se celebro en Brasil, se logro al ídolo del momento: Camilo Sesto compuso y defendió Algo más, a pesar de que se negó a participar, por activa y por pasiva en aquel espectáculo.
Camilo, era el favorito, pero, al final, no obtuvo el favor de los jurados, que lo situaron en un discreto quinto puesto contra todo pronóstico. Los votos le dieron el triunfo a la mexicana Imelda Miler. El público, por el contrario, sí que le dio a Camilo Sesto el triunfo de las ventas de discos tanto en España como en el continente americano.


De hecho, el propio Camilo recordó, tiempo después, que tras su actuación, en que "canté como pude", se marcho inmediatamente al hotel, sin esperar a las votaciones.
"Después me comunicaron que había quedado en quinto o el sexto lugar y que me había ganado un bodrio mexicano titulado Que alegre va Maria. Naturalmente, por mucha alegría que llevase Maria, no fue a ninguna parte. Paso tan inadvertida como tantas canciones de ese aburrido festival. Sin embargo, Algo mas fue uno de los mas grandes éxitos de mi carrera una canción de la que se vendieron cientos de miles de copias en toda América", aseguraría con satisfacción.

"Quisiera retener
el sabor de tu amor
y guardar en mi alma el frescor
Acostumbrarme a no verte
a ser frío como tú,
dejando a un lado a la gente
Si te hubiera conocido
ayer en vez hoy
o mejor unos años atrás
tu mundo sería mi mundo
y no te habría
dejado marchar
Algo más...
que una aventura
yo contigo busqué
Algo más...
que no acabase
cuando la vida se va".



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